Dónde alojarse en la Costa Brava: las 15 mejores zonas

Dónde alojarse en la Costa Brava

En este post te recomiendo las mejores zonas donde alojarse en la Costa Brava, un destino muy completo que ofrece de todo y para todo tipo de viajero si estás dispuesto a realizar trayectos relativamente cortos en coche o transporte público.

Y es que este tramo de la costa catalana reúne lo mejor del interior y la costa, siempre al amparo de un brillante sol. Sin duda, un lugar privilegiado del Mediterráneo, a una hora de Francia y a otra de Barcelona, que garantiza los mejores planes viajeros. 

A lo largo de sus más de 200 kilómetros de extensión, la Costa Brava concentra más de dos centenares de playas y calas, parques naturales, pueblos tradicionales con mucha historia, un rico patrimonio y una gastronomía que aúna la esencia y los sabores mediterráneos más tradicionales.

Si has planeado visitarla, he aquí algunas sugerencias acerca de donde dormir en la Costa Brava.

Dónde alojarse en la Costa Brava: las mejores zonas

La Costa Brava es uno de los destinos de referencia del turismo de playa, que cada año seduce a más viajeros. La integran un buen número de pueblos que miran al Mediterráneo, cada uno con su propio encanto y oferta de ocio y alojamiento, lo que dificulta la elección.

Los más turísticos son Tossa de Mar, Lloret de Mar, Blanes y Playa de Aro, zonas donde encontrarás amplia variedad de opciones para dormir en la Costa Brava.

También son turísticos, aunque en menor proporción, Roses, Empuriabrava, L’Escala, Cadaqués y Calella de Palafrugell. 

Y si buscas alojamientos más económicos (al menos en los meses que no son la temporada más alta como julio y agosto en los cuales los precios suben mucho en cualquier sitio) mira en localidades Port de la Selva, L’Startit, Pals, Begur, Tamariu y Llafranc.

1. Port de la Selva, donde alojarse en la Costa Brava para unas vacaciones de playa tranquilas 

Port de la Selva

Este pueblo pesquero está en la costa norte del cabo de Creus, enclavado en una bucólica bahía. Posee un interesante patrimonio arquitectónico, cuyo máximo exponente es la iglesia de Santa María de Neus, que preside el centro histórico. 

Destaca por la sobriedad de su fachada y por custodiar en su interior el Cristo de hierro que preside el altar mayor.

El gran atractivo de Port de la Selva es su costa, que atesora siete playas y calas. Una de las más destacadas es la del propio pueblo, que además tiene bandera azul. 

Está separada de la playa de la Ribera por el arroyo de Romanyac y en sus alrededores hay una gran oferta de restauración donde puedes saborear platos locales con bonitas vistas a la bahía.

A unos siete kilómetros aproximadamente, está el complejo del monasterio de Sant Pere de Rodes. Se alza en lo alto de la montaña de Verdera, ofreciendo bonitas vistas a la bahía, al mar e incluso al Massís del Cap de Creus. 

Lo más destacado del conjunto es el campanario del siglo XI, el poblado de Santa Creu de Rodes, que guarda los dólmenes de les Mores Altes y el paradolmen de la Pallera.

También cabe destacar su iglesia, que es uno de los mejores escaparates del románico catalán. Su interior luce una gran riqueza decorativa, siendo especialmente destacados los capiteles califales.

En la cima de la sierra de Rodes se yergue el castillo medieval, al que puedes llegar paseando desde el monasterio de Sant Pere Rodes. Aquí ofrecen la actividad de volar en parapente hasta la playa.

A diferencia de otras localidades de la Costa Brava, Port de la Selva es menos turística y, por lo tanto, más tranquila, perfilándose excelente un enclave para alojarse en la Costa Brava si eres de los que huyen de las masas y los sitios bulliciosos.

La oferta de alojamientos no es muy abundante, predominando los pequeños hoteles, las pensiones y las casas de vacaciones. También hay un camping. En comparación con otros enclaves de la zona, los precios son bastante compatibles con todos los presupuestos.

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2. Cadaqués, donde dormir en la Costa Brava en uno de los pueblos con más encanto

Dónde dormir en la Costa Brava: Cadaqués

Este pueblo costero, el cual se enclava en un puerto natural, conserva la esencia de su pasado marinero. Sus estrechas y empedradas calles están jalonadas con típicas casas blancas y adornadas con flores, las cuales se alternan con algunos vestigios medievales, coquetas tiendas de barrio y varias galerías de arte.

Posee un bonito centro histórico, aún protegido por los restos de las antiguas murallas. Lo preside la iglesia gótica de Santa María de Cadaqués, que despunta por la austeridad de su fachada en la que toman el protagonismo el blanco y el reloj solar. 

En su interior, lo más destacado es el retablo mayor, de estilo barroco y consagrado a la Virgen de la Esperanza. Como este templo se encuentra en el punto más alto de la localidad, proporciona vistas al pueblo, la bahía de Cadaqués e incluso el faro de Cala Nans.

Las callejuelas que bordean la iglesia rebosan encanto e invitan a perderse. Así, Santa María y Doctor Callís tienen tiendas de regalos originales, y Unió, varias galerías de arte. No es de extrañar si tenemos en cuenta que esta localidad siempre ha servido de inspiración a muchos artistas como Dalí o Picasso.

En la Riba des Poal, se encuentra la plaza des Portitxó, conocida por concentrar varias casas modernistas, siendo especialmente destacada Blaua. 

Pero las calles de esta localidad gerundense también guardan otros ejemplos modernistas como la casa Federico y Víctor Rahola, la Escuela pública Caritat Serinyana o la Casa Pont.

Cadaqués también posee una buena escena cultural, cuyo máximo representante es el museo de Cadaqués. Expone las obras de artistas y corrientes pictóricas que han tenido estrecha relación con la localidad. 

Las exposiciones más relevantes son las dedicadas a Salvador Dalí, que tratan sobre su biografía y obra. 

Por su parte, la casa-museo de Salvador Dalí, donde vivió el pintor hasta la muerte de su mujer Gala en 1982, permite adentrarse en la esfera más íntima del pintor y ver cómo trabajaba.

Cadaqués mira al mar y el mejor ejemplo de ello es la playa Gran, dotada de todo tipo de servicios y recorrida por un paseo marítimo repleto de propuestas de ocio y restauración. No obstante, también dispone de otras opciones cercanas y más íntimas como Portdoguer, Es Llaner, Petita o Sortell.

Cadaqués es uno de los pueblos más recomendables para alojarse en la Costa Brava para los viajeros que quieren combinar la playa con actividades culturales en un pueblo con muchísimo encanto. 

Hay bastantes opciones de alojamiento, muchas de las cuales están en torno al paseo marítimo, por lo que brindan maravillosas vistas la Mediterráneo. Los precios como pasa en toda la costa son más caros en temporada alta.

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3. Roses, mar, gastronomía, planes culturales e históricos

Roses

Esta localidad está situada en la costa norte del golfo de Rosas y constituye la puerta de entrada del parque natural del Cap de Creus. 

Actualmente, vive del turismo, pero, durante muchos años, la pesca ha sido su principal actividad económica. Buena cuenta de ella lo da la flota de típicas embarcaciones pesqueras que permanece amarrada en su puerto.

Además, el pueblo fue objeto de deseo de los romanos y los griegos, quienes se asentaron aquí. Los vestigios de dichas culturas y del resto de ocupaciones a lo largo de trece siglos pueden verse en la Ciudadela. 

Esta fortificación, que data del siglo XVII, guardó a Roses de los ataques enemigos, especialmente los piratas y los franceses. 

Aquí se encuentran los restos de la ciudad helenística de Rhode, una necrópolis paleocristiana, varios edificios de época visigoda, una villa romana, el monasterio románico lombardo de Santa María, así como restos del casco urbano fortificado medieval y edificios militares del s. XVI. 

A estos se suman un museo y una sala de exposiciones, los cuales adentran a los visitantes en la historia de la ciudad, desde la Prehistoria hasta la actualidad.

Al final de la playa Nova, pasando el faro neoclásico, está la punta de la Poncella donde se levanta el castillo de la Trinidad, que ejerce de excelente complemento defensivo de la Ciudadela. 

Se construyó durante el reinado de Carlos V y destaca por sus enormes dimensiones y sus gruesos muros, constituyendo uno de los máximos exponentes de la artillería defensiva de costa. Desde el mismo, las vistas a la bahía de Roses y la cala de Canyelles son hipnóticas.

El casco antiguo custodia construcciones preciosas como la iglesia de Santa María, que destaca por su estilo neoclásico, o la casa modernista de Mallol, que es la sede del Ayuntamiento. 

Por su parte, la plaza de la Paz guarda un refugio antiaéreo construido durante la Guerra Civil para proteger a los habitantes de los ataques enemigos. 

Uno de los grandes atractivos de Roses es su playa urbana por su fina arena blanca y aguas cristalinas, que invita a disfrutar de un baño y diversidad de deportes acuáticos.

Los alrededores guardan vestigios megalíticos, especialmente dólmenes, menhires y cistas, que dan buena cuenta de los primeros habitantes en esta localidad pesquera. La mejor manera de descubrirlos es realizando la ruta megalítica, que está inserta dentro del parque natural de Cap de Creus. 

Da la bienvenida a esta ruta el dolmen de la Creu d’en Cobertella, que tiene más de 3.000 años de antigüedad. A lo largo de los 15 km de extensión de la misma hay otros como los dólmenes y menhires como el de Casa Cremada o el Llit de la Generala.

Por su parte, el castrum visigótico ocupa la cima del Puig Rom. Se construyó durante el siglo V para hacer frente a las invasiones enemigas. Conserva restos de las antiguas murallas, viviendas, silos y algunas calles, que dan buena cuenta de cómo fue la vida de los visigodos aquí.

Roses es una buena opción para dormir en la Costa Brava para quienes buscan combinar el disfrute del mar y la gastronomía mediterránea con planes culturales e históricos. 

La oferta de hoteles es muy generosa, en la que se incluyen hoteles de gama media, pensiones y apartamentos de vacaciones. Los precios son elevados en comparación con otros enclaves de la Costa Brava.

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4. Empuriabrava, canales, playas magníficas, deportes acuáticos, y naturaleza

Empuriabrava

Esta localidad está situada en el corazón del golfo de Rosas, rodeada por el parque natural de las Marismas del Ampurdán. Sus marismas, que son las más importantes del continente europeo, crean más de 24 km de canales navegables que le han valido el apelativo de la «Venecia catalana». 

Recorrerlos en barco supone toda una experiencia, que permite conocer dicha localidad desde otra perspectiva.

Empuriabrava también posee playas magníficas, siendo especialmente destacada la que la salpica, que tiene bandera azul. Es perfecta para darse un baño o practicar deportes acuáticos como surf, esnórquel, submarinismo o navegación. 

En el paseo marítimo que la recorre hay una excelente oferta de bares y restaurantes, desde donde además puedes disfrutar de magníficas puestas de sol. 

A esta se suman Rubina, que es más íntima, y Can Comes, que forma parte de las Marismas de Empordá, por lo que es una de las más salvajes.

A unos cinco kilómetros, justo en las desembocaduras de los ríos Muga y Fluvià, se encuentra el parque natural dels Aiguamolls de l’Empordà. En este valioso espacio natural puedes observar aves, especialmente garzas reales, cigüeñas y flamencos. 

Además, incluye cuatro rutas de senderismo, que tienen su inicio en el centro de información El Cortalet. Las más concurridas son la primera y la segunda, pues llegan hasta la playa de Can Comes, una de las mejores playas de la Costa Brava, que además está próxima a las zonas protegidas, donde anidan varias especies.

Es una de las zonas más turísticas y, por lo tanto, más caras a la hora de alojarse en la Costa Brava. El grueso de los hoteles está en torno a los canales y el puerto, por lo que muchos de ellos ofrecen buenas vistas.

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5. L´Escala, donde alojarse en la Costa Brava cerca de las mejores playas

L´Escala

Esta localidad gerundense es la mejor opción para alojarse en la Costa Brava para los que buscan extraer todo el jugo a algunas de las mejores playas de la región y, además, sumergirse en las culturas griegas y romanas.

Su casco antiguo va sobrado de encanto y atractivos arquitectónicos. Buen ejemplo de ello es la iglesia de Sant Pere, cuya fachada combina elementos barrocos y renacentistas y luce un bonito rosetón con vidrieras. 

Cerca se encuentra el cementerio marino, que acoge los restos mortales de personalidades importantes para la historia de Cataluña como Josep Esquirol, quien inmortalizó las primeras imágenes del yacimiento de Empúries, o Caterina Albert, la cual escribió joyas de la literatura bajo el pseudónimo de Víctor Català.

Aquí también está el museo de L’Escala, concretamente en el edificio Alfolí de la Sal, así llamado porque era un almacén de sal destinado a las salazones. Versa sobre la historia de la localidad.

Las anchoas forman parte indiscutible de la gastronomía y la actividad económica de la L’Escala. La producción de esta salazón se remonta a tiempos remotos y se realizó de forma artesanal hasta el siglo XVIII, si bien es cierto que muchas de las fábricas de la zona siguen manteniendo el proceso. 

Todos los bares y restaurantes las ofertan en sus cartas y forman parte de numerosas elaboraciones. Aunque la forma más tradicional de consumirlas es con pan y tomate. 

Para saber un poco más acerca de su importancia en la economía local o sobre su preparación, hay que acudir al museo de la Anchoa y la Sal.

Tal y como he adelantado, el litoral de la localidad gerundense guarda algunas de las mejores playas de la Costa Brava, que además están abrazadas por un entorno natural rebosante de especies vegetales mediterráneas. 

Así, Del Riuet es excelente para practicar deportes acuáticos. Mucleres, que está frente a las ruinas de Empúries, atesora fondos con una gran biodiversidad y también restos griegos y romanos, siendo una de las direcciones de referencia para practicar buceo y submarinismo. 

A estas se suman Riells, El Codolar, junto al paseo Lluis Albert, y Moll Rec, que se encuentra junto al muelle helenístico de la antigua ciudad de Empúries.

Al otro extremo, a unos dos kilómetros, está Sant Martí d’Empúries, donde se encuentran las históricas ruinas de la ciudad de Empúries. 

Fue el primer asentamiento de los griegos y los romanos hace más de 2.500 años, quienes decidieron establecerse aquí por la situación privilegiada de este enclave para el comercio y (lo damos por hecho) la belleza de su entorno. 

Sin embargo, a partir del siglo III d.C. la ciudad comenzó a dejar de tener relevancia y la abandonaron.

Tiene dos zonas claramente diferenciadas: Neápolis, la ciudad griega, y Emporiae, la ciudad romana. 

Conserva los restos de la muralla que las protegían, así como un buen número de mosaicos de las casas señoriales y restos de edificios importantes como el foro, la fábrica de salazones, una basílica paleocristiana, el ágora y algunas esculturas, siendo especialmente destacada Asklepiós, dios de la Medicina.

Además, incluye el museo de Arqueología de Cataluña en Empúries, que expone los hallazgos en dicha ciudad, entre los que se incluyen herramientas de la Edad de Bronce, ánforas, monedas e incluso una carta del siglo VI a.C. escrita sobre plomo. 

Aunque la joya de la colección es Asclepio, una estatua de mármol que data del siglo II a.C.

Dada la cercanía con los restos grecorromanos y la calidad de sus playas, es una localidad muy turística Es una zona popular para dormir en la Costa Brava dada su variedad de alojamiento, mucho más económica en temporada baja.

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6. L´Estartit, donde dormir en la Costa Brava para hacer esnórquel y submarinismo

Dónde alojarse en la Costa Brava: L´Estartit

Este pueblo gerundense está en el corazón de la Costa Brava, mirando al Mediterráneo y a las maravillosas islas Medes. 

Estas conforman un archipiélago formado por siete islas, cuyos fondos marinos poseen una gran biodiversidad con más de 1.200 especies, siendo uno de los lugares más preciados del Mediterráneo para la práctica del buceo y el esnórquel. 

Pero también para disfrutar de atardeceres de postal y maravillosas vistas al golfo de Rosas.

El litoral de L’Estartit está salpicado con espléndidas playas como Gran, que está en el núcleo urbano y es la más concurrida. A esta se suman Els Griells, ubicada a continuación de la anterior, Platera, que es más íntima, o Pinel, que se extiende junto a la desembocadura del río Ter y está rodeada de dunas. 

Entre ellas se cuelan calas encantadoras como Calella, Pedrosa o Ferriol. Todas ellas permiten disfrutar de un cálido baño mediterráneo y, además, practicar infinidad de deportes acuáticos: windsurf, vela, kitesurf o esnórquel.

No obstante, también posee construcciones importantes como el castillo de Montgrí, que corona la cima del monte del mismo nombre, proporcionando una panorámica de lo más completa de las islas Medes, el Bajo Empordà y el macizo del Montgrí.

A este se suman la torre del Rellotge, que era el lugar donde se teñían las redes que usaban los pescadores, y la iglesia de Santa Anna, que despunta por su campanario cuadrado coronado con almenas y los estrechos ventanales decorados con arcos de medio punto.

L’Estartit concentra una de las mayores ofertas para dormir en la Costa Brava. Hay muchas opciones, especialmente en la playa de Es Griells, e incluso una zona de camping en la playa de Pinel. 

Los precios son más económicos que en otras poblaciones. Pero para asegurar un buen precio, es recomendable reservar con antelación.

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7. Pals, donde alojarse en la Costa Brava en un enclave muy bucólico

Pals

Este pequeño pueblo se levanta en la cima del monte Puig Aspre, entre arrozales y el Mediterráneo, formando uno de los enclaves más bucólicos para alojarse en la Costa Brava.

Está abrazado por una muralla medieval, cuyo interior está recorrido por empinadas y empedradas callejuelas de estética medieval. 

Su callejero guarda numerosas masías, como Molí des Pals o Mas Roig, una torre románica a la que se conoce como «la torre de las horas», la iglesia gótica de Sant Pere, construida con los restos del castillo, e incluso sepulturas medievales excavadas sobre la roca.

El corazón del pueblo es la plaza Mayor, conformada por robustos edificios de piedra como la Casa de la Villa, que es la sede del Ayuntamiento, tiendas de artesanías, la oficina de turismo y el precioso arco gótico Portal de la Vila, que da acceso a la calle Mayor. 

Por su parte, el mirador de Josep Pla regala privilegiadas vistas a la costa, los campos de Ampurdán, al macizo del Montgrí e incluso a las islas Medes.

Tiene una playa que mide más de dos kilómetros y está entre dunas, humedales y pantanos, lo que la convierte en una de las más interesantes de la región. 

La parte norte, del Grau, concentra restaurantes donde puedes saborear especialidades locales como la cazuela de arroz de Pals. La sur, Gran, dispone de un área de juegos infantiles y, además, tiene una torre mora que data del siglo XV.

Pals es uno de los pueblos más tranquilos para alojarse en la Costa Brava; un destino ideal para perderse, desconectar y sacar el máximo partido al mar y la naturaleza. Encontrarás opciones interesantes de alojamiento, especialmente en torno a la playa.

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8. Begur, encanto medieval, gastronomía mediterránea, excelentes playas y tranquilidad 

Begur

Este pueblo se encuentra en el corazón de la comarca del Bajo Empordà. Por un lado, lo resguardan las colinas del macizo de Begur; por otro, el Mediterráneo.

Las calles que lo componen están conformadas por numerosas casas coloniales como el Casino Cultural o Can Sora, cuya portada luce bonitos frescos con paisajes románticos. 

Conviven con construcciones históricas como la iglesia gótica de Sant Pere, que destaca por su elevada torre campanario. En su lateral, está bordeada por el Pedrís Llarg, un centenario banco de piedra donde los locales se reúnen a charlar.

El centro neurálgico de Begur es la plaza de la Vila, donde se encuentra el Ayuntamiento y la Casa de la Vila, que luce arquitectura indiana. Además, concentra un buen número de bares, terrazas y restaurantes donde puedes saborear tradicionales pescados de roca. 

Cerca está la torre de Sant Ramón, una de las seis que se levantaron durante el siglo XVI para defenderse de los ataques de los piratas que navegaban por el Mediterráneo. 

Está presidido por un castillo medieval, que está declarado Bien de Interés Nacional. Desde los restos de las murallas que lo protegían las vistas al mar, el pueblo y las islas Medes son magníficas.

La costa del pueblo atesora ocho playas y calas que permiten sacar el máximo partido al mar. Las más buscadas son Aiguablava, que destaca por sus aguas turquesas, Illa Roja, así llamada por su arena rojiza, Sa Tuna, que conserva en su orilla las antiguas casas de pescadores, y Fornells.

También incluye diversas rutas de senderismo, siendo la más recomendada el Camino de la Ronda Sur. Parte de la playa de Aiguablava, a las afueras del pueblo, y llega hasta la hasta playa Fonda. 

El recorrido permite contemplar preciosos paisajes mediterráneos, bonitas calas y playas, así como coquetos y tradicionales pueblos pesqueros como Fornells.

Encanto medieval, gastronomía mediterránea, excelentes playas y tranquilidad es lo que ofrece este Begur. Sin duda, un rincón muy recomendable y compatible con todos los presupuestos viajeros para dormir en la Costa Brava.

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9. Tamariu, donde dormir en la Costa Brava en un pueblo pesquero tranquilo

Tamariu

Esta localidad pesquera, que forma parte del municipio de Palafrugell, está inserta en una bahía resguardada por colinas y abundante vegetación mediterránea, formando un marco paisajístico sumamente ‘instagrameable’.

Su litoral va servido de playas y calas. La principal y la que preside el pueblo es playa Gran. Está recorrida por un bonito paseo marítimo donde abren sus puertas varios bares y restaurantes, que ofrecen en sus cartas platos locales como los mariscos frescos o los erizos de mar. 

En las proximidades de Gran está Aigua Dolça, pequeña y poco concurrida. Al sur se encuentran las calas Pedrosa, que es una de las más íntimas e inalteradas, y Aigua Xel.Lida, resguardada por rocas y bosques de pinos.

Este pequeño pueblo es una opción asequible para alojarse en la Costa Brava y muy conveniente para quienes buscan disfrutar de la intimidad, la playa y el alma de la cultura de los pueblos pesqueros catalanes.

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10. Llafranc, uno de los pueblos de la Costa Brava más bonitos

Llafranc

Este pueblo se encuentra muy cerca de Calella de Palafrugell y Tamariu, formando la parte costera de todo el municipio de Palafrugell. 

Mantiene la estampa de un pueblo tradicional de pescadores, de modo que en sus calles se pueden ver típicas casas blancas y preciosas construcciones como la iglesia Santa Rosa de Lima. 

Llama la atención por su sencillez ornamental, en la que acaparan el protagonismo las dos ventanas con arcos de medio punto que están sobre el dintel. Su interior guarda bonitas pinturas al fresco relacionadas con la vida de Santa Rosa de Lima.

La playa principal del pueblo es Llafranc, que está resguardada por un promontorio rebosante de vegetación, creando un marco paisajístico de lo más evocador. Es perfecta para disfrutar de un baño, practicar deportes marítimos e incluso un paseo por la arena. 

Está flanqueada por el bonito paseo marítimo Cipsela, que concluye en el moderno puerto náutico, el cual concentra una oferta de bares, tiendas, heladerías y restaurantes donde puedes degustar pescados y mariscos recién pescados.

Frente a la playa están los islotes Els Ullastres. Son una de las direcciones de referencia para practicar submarinismo por su abundante fauna y las prolíficas praderas que atesoran.

No obstante, también hay otras opciones para recrearse en el esplendor del Mediterráneo como la recóndita Cala dels Gens, a la que se accede por un camino que parte de la ermita de San Sebastià, y la playa Canadell, que se encuentra en las afueras.

Al norte del pueblo se levanta, a 169 metros de altura, el faro de Sant Sebastián. Es uno de los mejores miradores de la zona al regalar preciosas vistas al mar y el pueblo.

En las afueras, entre Llafranc y Tamariu, está el poblado íbero de Sant Sebastià de la Guarda. Ocupa la cima de un acantilado de 156 metros de altura y tiene más de 2.500 años de historia. 

Lo conforman el antiguo poblado íbero, que conserva algunas calles, cuatro casas íberas, un horno y silos; la torre de vigía de Guaita o Sant Sebastià, que data del siglo XV, la ermita de Sant Sebastià, una hospedería del siglo XVIII y un faro del siglo XIX.

Pequeño, tranquilo y con tradicional ambiente pesquero, Llafranc es uno de los pueblos más bonitos para alojarse en la Costa Brava. 

A nivel de alojamiento, encontrarás principalmente apartamentos, casas de vacaciones y algunos hoteles, la mayoría de los cuales se encuentra en torno al paseo marítimo Cipsela.

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11. Calella de Palafrugell, playa, montaña, y buena gastronomía

Calella de Palafrugell

Este pueblo pesquero está al norte del paraje natural del Castell-Cap Roig, a media hora de Gerona y a orillas del Mediterráneo. 

Conserva el encanto y la arquitectura de un tradicional pueblo de pescadores, pues está conformado por casas blancas, con balcones floridos y tejados inclinados de teja roja, que conviven con un casco antiguo rebosante de encanto, cuyo máximo exponente es la iglesia de Sant Pere. Destaca por la espigada torre, decorada con un reloj, que la jalona.

En la parte sur del pueblo se levanta el castillo de Cap Roig. Alberga un valioso jardín botánico, que está considerado uno de los mejores del Mediterráneo. Atesora más de 1.000 especies vegetales provenientes de todo el mundo. 

Además, tiene varios miradores, que regalan bonitas vistas al mar y el pueblo, y unos impresionantes jardines, que acogen el Festival de Cap Roig, en el que se dan cita grandes cantantes nacionales e internacionales.

Si por algo destaca este tradicional pueblo de pescadores es por sus playas. La más concurrida es Bort No, a la que se la conoce como ”la playa de las barcas” porque allí permanecen amarradas las tradicionales y coloridas embarcaciones de los pescadores. 

Junto a ella se levantan las casas de estos, que destacan por su llamativa arquitectura en la que toman el protagonismo los arcos de medio punto abovedados que decoran la parte inferior. Reciben el nombre de les voltes y están declarados Bien de Interés Cultural.

En los alrededores hay bastantes bares y restaurantes, que son uno de los mejores lugares para saborear platos locales como el arroz caldoso o el suquet de peix.

Por su parte, la playa de Canadell está separada de la anterior por una formación rocosa. Conserva los antiguos porches, con puertas de diversos colores, donde los pescadores guardaban sus embarcaciones. 

El paseo marítimo que la recorre está compuesto por antiguas casas de pescadores y casas indianas, que se alternan con diversas opciones de ocio y restauración.

Del pueblo parten varias rutas de senderismo como el Camí de Ronda, que discurre por la costa desde la playa del Canadell hasta el pueblo de Llafranc. A lo largo de sus casi dos kilómetros podrás disfrutar de increíbles vistas al Mediterráneo.

Calella de Palafrugell ofrece la posibilidad de disfrutar de la playa, la montaña y la buena gastronomía mediterránea, perfilándose un excelente enclave para alojarse en la Costa Brava. 

La oferta de alojamientos es abundante y variada, de modo que puedes elegir entre varios hoteles, un buen número de apartamentos y villas, e incluso cámpines. En verano los precios se incrementan bastante. La clave está en reservar con mucha antelación.

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12. Platja d´Aro, donde alojarse en la Costa Brava en una de sus localidades más turísticas

Platja d´Aro

Al norte de Lloret de Mar, se encuentra esta población, que es uno de los destinos turísticos por excelencia de la Costa Brava. No en vano, cuenta con más de dos kilómetros de espléndidas playas mediterráneas y un valioso legado histórico y arquitectónico.

La playa más próxima y la principal es Gran, también conocida como Cavall Bernat. Cerca, están la cala del Pi, que destaca por sus ricos fondos rocosos ideales para practicar esnórquel o buceo, y Sa Cova, inserta bajo un acantilado cubierto de vegetación. Unos kilómetros al norte, está la cala Belladona, que ofrece mucha intimidad.

Las calles del pueblo custodian un rico legado arquitectónico, que se concentra en el Conjunto Histórico de Castell d’Aro, declarado Bien Cultural de Interés Nacional. 

Lo componen construcciones originales de los siglos XVI, XVII y XVIII, que se caracterizan por ser de piedra y tener ventanas con postigos. 

Las más destacadas son el castillo de Benedormiens, que desempeñó un papel importante en la defensa del pueblo, y la iglesia de Santa María, que aúna elementos góticos y barrocos.

También guarda muestras del pasado de los romanos por la región, quienes entraron por Empordá. Buen ejemplo de ello es la villa romana de Pla de Palol, que es uno de los yacimientos más importantes de la Costa Brava. 

Estuvo habitada desde el siglo I a.C. al VII d. C. y fue uno de los centros más importantes del cultivo de la vid y la cerámica. Sin duda, una excelente oportunidad para adentrarse en la historia y la cultura romanas.

Por su parte, el Parc dels Estanys es el pulmón verde de la región. Con una extensión de más 150.000 m², es el mejor lugar para observar aves desde uno de sus muchos miradores ornitológicos, pues es el hogar de más de 250 especies de aves. 

También los es para disfrutar de actividades en contacto con la naturaleza e incluso para hacer un pícnic. Además, acoge exposiciones escultóricas de artistas locales, constituyendo uno de los lugares con más encanto de la localidad gerundense.

Como es un destino muy turístico, la oferta de alojamientos es muy extensa. Tanto es así que hay más de una treintena de hoteles entre los que elegir para dormir en la Costa Brava aquí. 

Es una localidad con mucha demanda, lo que conlleva que los precios sean elevados, especialmente en la época estival.

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13. Tossa de Mar, una de las mejores zonas de la Costa Brava para unas vacaciones de playa

Tossa de Mar

Situada a menos de hora y media de Barcelona, esta localidad es otro de los destinos por excelencia de la Costa Brava. 

La playa principal es Gran, que destaca por su singular forma de medialuna, sus aguas cristalinas y ricos fondos marinos. Además, está recorrida por un largo paseo marítimo que concentra una prolífica oferta de restaurantes, donde sirven mariscos y pescados frescos. 

También hay varios hoteles, que lo convierten en un buen lugar para dormir en la Costa Brava para quienes desean estar cerca del mar. Tossa también cuenta con otras calas como Morisca, Pola o Bona, ideales para disfrutar del esnórquel y el submarinismo.

No obstante, también posee un valioso legado arquitectónico, siendo especialmente destacado el castillo medieval. 

Aunque únicamente conserva algunos torreones y las murallas que lo resguardaban, regala impresionantes vistas al Mediterráneo, el pueblo y la montaña de la Selva al levantarse en lo alto de un cerro ubicado al sur de playa Grande. 

También desde el faro de Tossa, que se encuentra en la parte alta de la muralla, se pueden disfrutar de preciosas vistas. 

Aquí también está el centro de interpretación de los Faros del Mediterráneo, un museo que versa sobre el modo de vida de los fareros y los faros que hay a lo largo del Mediterráneo.

Su centro histórico – Vila Vella- custodia bonitas construcciones como la iglesia gótica de Sant Vicenç, el hospital de San Miguel, que destaca por su bonito claustro, e incluso los restos de la villa romana dels Ametllers, cuya fundación data del siglo I a.C. 

Pertenecía a la extinta provincia de Tarraco y es posible (no está claro) que se dedicaran al cultivo de la vid y la elaboración de vino. Conserva el conjunto termal y varios mosaicos que cubrían el suelo de las casas. Se han hallado más objetos, como cerámicas o monedas, que se exponen en el museo Municipal.

Extramuros de las antiguas murallas está sa Roqueta, el barrio de pescadores. Conserva en sus estrechas callejuelas las tradicionales casas blancas originarias del siglo XVI y restaurantes, que son el mejor lugar para degustar el cim i tomba de rape y rodaballo, el plato típico de la localidad.

Dada la afluencia de viajeros que tiene, la oferta de alojamientos es amplia, de modo que puedes elegir entre apartamentos, casas de vacaciones, hostales y hoteles con vistas al mar. Eso sí, no es el destino de referencia para ahorrar en alojamiento.

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14. Lloret de Mar, donde alojarse en la Costa Brava para salir de fiesta

Las mejores zonas de la Costa Brava: Lloret de Mar

Esta localidad, situada a una hora de Barcelona, es muy conocida por sus impresionantes playas y calitas mediterráneas, de arena dorada y aguas cristalinas, que ejercen de imán para miles de amantes del sol, el mar y los deportes marítimos.

Buen ejemplo de ello son la que salpica la localidad, que es la más grande; Sa Caleta, ubicada a los pies de una colina y del Castell d’en Plaja; cala Banys, perfecta para pescar o bucear.

Los jardines de Santa Clotilde son el rincón verde por excelencia. Están sobre un acantilado, entre la cala Boadella y la playa de Fenals, por lo que proporcionan una preciosa panorámica del pueblo y el mar. 

Inspirados en el paisajismo del Renacimiento italiano, atesoran especies vegetales mediterráneas dispuestas en distintas terrazas y escalinatas especialmente diseñadas para salvar el desnivel del terreno. 

Además, tienen preciosas muestras escultóricas, que crean rincones sumamente bucólicos e incluso un estanque.

En las calles de Lloret se levantan construcciones que le imprimen belleza como la iglesia de Sant Romà, en cuyo interior destaca la capilla del Santísimo, que está cubierta con una bonita cúpula y decorada con mosaicos modernistas. 

La casa les Garriga acoge el museo del Mar, el cual embarca al visitante en un viaje por la historia de Lloret y su estrecha relación con el mar.

A unos cuatro kilómetros, junto a la playa de Santa Cristina, se encuentra el santuario de Santa Cristina, la patrona de los marineros. Por ello, no extraña que en su interior guarde una singular colección de maquetas de barcos. También merece la pena destacar el altar mayor, que está hecho de mármol italiano.

No obstante, la mejor forma de conocer el entorno y el paisajismo de este rincón de la Costa Brava es recorriendo uno de los caminos de ronda que bordean la costa. 

Los más panorámicos son el que parte de la playa de Lloret y concluye en la de Fenals y el que comienza en Sa Caleta, bordea el castillo d´en Plaja y finaliza en la cala Trons.

Si buscas un lugar animado, con buenas playas y cerca de Barcelona, Lloret es una alternativa recomendable para alojarse en la Costa Brava. 

Si te va la vida nocturna, Lloret de Mar es una zona que debes tener en cuenta, ya que es una de las localidades no ya de la Costa Brava, sino de toda la costa catalana, que ofrece una de las noches más bulliciosas.

Las opciones de alojamiento son numerosas, si bien es cierto que tendrás que reservar con antelación para acceder a lo que buscas y a buen precio.

HOTELES RECOMENDADOS EN LLORET DE MAR

15. Blanes, donde hospedarse en la Costa Brava en uno de sus destinos de referencia

Dónde dormir en la Costa Brava: Blanes

Perteneciente a la comarca de la Selva, Blanes constituye la puerta de entrada a la Costa Brava. Tanto es así que se la conoce como el “portal de la Costa Brava”. Además, este antiguo pueblo de pescadores es también uno de los principales destinos turísticos de la Costa Brava. 

Está salpicado con más de cuatro kilómetros de playas, siendo especialmente destacadas las urbanas S’Abanell, que es la más concurrida, y la de Blanes, que es más familiar.

El paseo marítimo que las recorre tiene una extensión de tres kilómetros y concentra un buen número de tiendas, bares y restaurantes donde puedes probar platos típicos de la zona como el suquet de peix.

En un extremo del mismo está el puerto, en cuyo final atracan los barcos pesqueros que reparten las capturas del día.

Pero también posee atractivos arquitectónicos como el castillo de Sant Joan, que corona la cima de la colina de mismo nombre, constituyendo el mejor mirador para contemplar la localidad, y la sierra de las Gavarres y el Montseny. 

La iglesia de gótica de Santa María destaca por su portada enmarcada en una sucesión de arcos apuntados; la fuente gótica, por su tamaño y decoración vegetal y las seis gárgolas con figuras humanas.

Otra de las visitas imprescindibles es el jardín botánico de Marimurtra, que ostenta el honor de ser uno de los más importantes del continente europeo. Ubicado sobre la cala Forcanera, da cabida a más 4.000 plantas de todos los continentes, entre los que se cuelan privilegiados miradores al Mediterráneo.

Alojarse en Blanes es garantía de buenas playas y cultura. Como es uno de los destinos turísticos de referencia, es uno de los que más opciones tiene para alojarse en la Costa Brava. La clave para ahorrar es reservar con antelación.

HOTELES RECOMENDADOS EN BLANES

Fotos: Shutterstock

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